Hector Zazou & Swara - In the house of mirrors

Tal y como había mencionado anteriormente cuando colgué Hector Zazou & KatieJane Garside-Corps Electriques, sólo era cuestión de tiempo para que apareciera In The House Of Mirrors. En realidad se liberó el mes pasado, por lo que no me explico cómo se me pudo pasar... Igualmente, ya mismo lo dispongo para ustedes, para de esta manera poder reparar mi falta.
He aquí, las esperadas armonías y melodías que jamás se han escuchado antes…, sin una sola voz que las arruinen, puesto que si así fuese, cualquier vocal sobre este concierto ensoñador se nos antojaría un chillido inoportuno, que no haría más que estropear la radiante música orquestada por Hector Zazou y Swara. Estos dos hombres dirigieron prodigiosamente a los hindúes Milind Raykar al violín, Ronu Majumdar la flauta y Manish Pingle con su guitarra india, más el músico de Uzbekistán Toir Kuziyev con tambor y laúd; además, participaron de esta empresa el trompetista noruego Nils Petter Molvaer, el violinista húngaro Zoltan Lantos, el baterista norteamericano Bill Rieflin y los españoles Carlos Núñez y Diego Amador, flautista y pianista respectivamente... Antes de morir Zazou dijo con respecto a este álbum: Los sonidos de los músicos son llevados a una especie de “salón de los espejos”, donde, al igual que Orson Welles en la película “La dama de Shanghai”, el sonido se refleja de una nota a otra formando una especie de duna que empuja a los músicos de buceo bajo la superficie, directamente hacia el corazón del sonido.
El ya no está pero sí nos dejó esta maravilla conmovedora llamada In The House Of Mirrors, la cual se convierte a la fuerza en el álbum con el que Zazou nos dijo adiós, sin saberlo siquiera... A pesar de su trasfondo trágico, es indecible la grandeza que exhala este portento de la música; no hay manera de reseñar lo inenarrable y es que tal vez se trate del “hasta luego” más digno de los últimos tiempos... Una obra de antología que me cortó la respiración desde el principio, y les aseguro que a causa de ella hasta puede uno perder el sueño por algunos días... No hay dudas. Un trabajo preñado de vida, sensibilidad espiritual y sabiduría; una recapitulación de la belleza en sólo diez canciones que despiden con gran esplendor a su hacedor... Y tanta perfección, quizás simplemente porque fue grabado íntegramente en un terreno en el cual la divinidad gusta de dispensar favores, donde deposita toda su gracia; un lugar santo, henchido de amor y esperanza por la existencia, que no es otro que la cuna misma de la humanidad, la veterana India.

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